martes, 19 de abril de 2011

Elogio de la lentitud



El periodista canadiense Carl Honoré ha viajado a diversos países para constatar la fortaleza del movimiento social por la lentitud. En "Elogio de la lentitud" (RBA), nos pasea por talleres tántricos, escuelas de meditación y ciudades de relajante urbanismo.

  
¿Porqué se convirtió en superventas en poco tiempo y el libro ya ha sido traducido a quince idiomas?
La respuesta está en que se trata de un libro que declara la guerra al cronómetro, recupera el ritmo natural del hombre.


El periodista canadiense Carl Honoré, en "Elogio de la lentitud", nos pasea por movimientos "tántricos", escuelas de meditación y ciudades invadidas por el nuevo estilo.
Honoré sostiene que la cultura contemporánea tributa adoración a la velocidad y a la hiperactividad: a ser el primero, ser rápido, resolutivo, ejecutivo y agresivo, claves actuales del éxito laboral y social. Para contrarrestar hay que desacelerar y comenzar a apagar el televisor, tomar lápiz y papel y hacer una lista de las actividades diarias. Y agrega que hay que tachar de esta lista todo aquello que consideremos prescindible y no tenerle miedo a la inactividad. Esta primera parada en nuestro alocado ritmo nos permitirá ver la vida de otra manera. Como ejemplo cuenta el caso de un agente de bolsa japonés que trabajaba noventa horas por semana y al que su empresa convirtió en un modelo a seguir. Murió en 1990 a los 26 años de un ataque cardíaco. El autor nos habla de directores de grandes empresas y "brokers" que dedican cada día unos minutos a hacer su momento de meditación y rebajar el estrés.

Contrarreloj
Pero algo está cambiando: en vez de desintegrar pelotas practicando squash, la gente se apunta a taichí; los habitantes de "lofts" céntricos dejan paso a una nueva tribu que se instala en casas rehabilitadas en el campo, conectadas al centro de trabajo por Internet; los jóvenes de la década anterior, (los llamados JASP) son relevados ahora por otros que se sienten realizados trabajando en ONG’s...


El autor sostiene que hasta las personas más agradables e inofensivas pueden volverse locas de furia ante el menor percance, simplemente porque vivir contra reloj es mucha presión para cualquiera.

Los problemas de salud pública contemporáneos -estrés, depresión, insomnio, ansiedad, obesidad- son síntomas claros de que la forma de vida alocada rompe el equilibrio físico y psíquico de cualquiera.

Disfrutar de la vida
Cuando nos tomamos el tiempo necesario para cada cosa, podemos disfrutar. Esa es la teoría de Carl Honoré. Según su confesión, desde que él mismo cambió de hábitos, se siente más conectado con todo.


* Ciudades lentas. Su ideal de hábitat es una ciudad de menos de 50.000 habitantes, porque un espacio así busca el ritmo humano: aumenta las zonas peatonales, instala bancos, planta árboles y cercos.
* Almuerzo tranquilo. Hay que olvidarse de la comida rápida, donde se puede almorzar en diez minutos.
* Caminar. Bajar el ritmo significa también tomarse más tiempo para todo. Si el lugar de trabajo queda relativamente cerca, lo mejor es salir más temprano de casa y caminar, sin apurones, sin ansiedades, para enfrentar el día con energía y sin tensión.
* Sexo sin reloj. La ansiedad conspira contra el deseo, según Honoré, y afecta sobre todo a las mujeres. En este campo también hay que desacelerar y privilegiar la lentitud sobre todas las cosas. Música, velas, una comida romántica... Hay que reeducar la paciencia y encarar con todo el tiempo del mundo la conexión con el otro.
* Menos televisión. Aunque se asocie con el ocio y el relax después del trabajo, la televisión no sólo no apacigua, sino que puede ser estresante. En lugar de petrificarse frente a la pantalla, Honoré recomienda meditar, leer un libro, escuchar música, porque son actividades que relajan más y predisponen al diálogo y a la serenidad.
 

Desde los afectos


Desde los afectos

Mario Benedetti
   
¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
Que nadie establece normas, salvo la vida...
Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
Que la forma no se pierde con abrirnos...
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
Que no está prohibido amar...
Que también se puede odiar...
Que el odio y el amor son afectos...
Que la agresión porque sí, hiere mucho...
Que las heridas se cierran...
Que las puertas no deben cerrarse...
Que la mayor puerta es el afecto...
Que los afectos, nos definen...
Que definirse no es remar contra la corriente...
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio...
Que negar palabras, es abrir distancias...
Que encontrarse es muy hermoso...
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida...
Que la vida parte del sexo...
Que el por qué de los niños, tiene su por qué...
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad...
Que saber todo de todos, es curiosidad mal sana...
Que nunca está de más agradecer...
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo...
Que nadie quiere estar solo...
Que para no estar solo hay que dar...
Que para dar, debemos recibir antes...
Que para que nos den también hay que saber pedir...
Que saber pedir no es regalarse...
Que regalarse en definitiva no es quererse...
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos...
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo...
Que ayudar es poder alentar y apoyar...
Que adular no es apoyar...
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara...
Que las cosas cara a cara son honestas...
Que nadie es honesto porque no robe...
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo...
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte...
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente...
Que con los oídos se escucha...
Que cuesta ser sensible y no herirse...
Que herirse no es desangrarse...
Que para no ser heridos levantamos muros...
Que sería mejor construir puentes...
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve...
Que volver no implica retroceder...
Que retroceder también puede ser avanzar...
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol...
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?

lunes, 18 de abril de 2011

Las Galletas



"Las galletas"


   Una chica estaba aguardando su vuelo en una sala de
 espera de un aeropuerto.
Como debía esperar un largo rato, decidió comprar un libro y  también un paquete con galletas...
Se sentó en una sala del aeropuerto para poder descansar y leer en paz...
A dos asientos de ella,  se ubicó un hombre que abrió una revista y empezó a leer.
Entre ellos quedaron las galletas.
Cuando ella tomó la primera,  el hombre también tomó una. Ella se sintió indignada, pero no dijo nada. Apenas pensó: "¡Qué descarado; si yo estuviera más dispuesta, hasta le daría un golpe para que nunca más se le olvide!"... Cada vez que ella tomaba una galleta, el hombre también tomaba una. Aquello la indignaba tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar...
Cuando quedaba apenas una galleta, pensó: "¿Qué hará ahora este abusador?". Entonces, el hombre dividió la última galleta y dejó una mitad para ella...
¡Ah!!! ¡No!!!...  ¡Aquello le pareció demasiado!!!... Se puso a bufar de la rabia!... Cerró su libro y sus cosas y se dirigió al sector del embarque.
Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso y para su sorpresa,  allí estaba su paquete de galletas intacto, aún cerrado. . . ¡Sintió tanta vergüenza!!!
Sólo entonces percibió lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso! ...
El hombre había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado. Y ya no había más tiempo ni posibilidades para explicar o pedir disculpas.
Pero sí para razonar: ¿Cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones cuando debiéramos observar mejor? ¿Cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas?
Recuerda; existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan: Una piedra, después de haber sido lanzada; una palabra, después de haber sido proferida; una oportunidad, después de haberla perdido; el tiempo, después de haber pasado.


jueves, 14 de abril de 2011

"Florecilla de mi corazón" de Andressolo


La aútentica búqueda alquímica se encuentra en el interior de las personas.
 Andressolo lo ha sabido captar muy bien con su peculiar sentido del humor tan difícil de imitar y por la facilidad que tiene de expresar aquello que en el fondo todos sentimos pero nunca afloramos porque sale de una parte del corazón casi siempre olvidada.

martes, 12 de abril de 2011

El hombre que quería ser feliz


Bali. El paraíso que no cuenta con una palabra para designar paraíso. Un hombre, Julián, se acerca por azar, por curiosidad hasta un viejo curandero. Una búsqueda que ni siquiera nuestro protagonista reconocía al principio: la felicidad.
El hombre que quería ser feliz, del francés Laurent Gounelle, es una parábola moderna sobre la búsqueda legítima de la felicidad, la necesidad que tenemos todos de aprender que es la vida, y como disfrutarla. El protagonista de esta historia se encuentra en Bali con un hombre sabio, que mezcla el conocimiento ancestral con los conocimientos de la moderna psicología. Tras una serie de encuentros, desafíos y grandes confesiones Julián camina de la mano de su nuevo maestro hacia un lugar deseado por todos, la felicidad. Aunque no se ofrezca una definición exacta de felicidad lo que la novela de Gounelle plantea sobre todo es como vivir nuestras existencias en positivo.
Las convicciones propias, las expectativas correctas, el placebo como ejemplo de lo que las convicciones mentales pueden ejercer sobre el cuerpo, el valor del dinero, la asertividad, el miedo al no o el papel de la religión, son solo unos pocos de los asuntos que el curandero va poniendo de manifiesto ante un Julián que no había ido a buscar consejos para ser feliz pero que en realidad todo el mundo desea que le ofrezcan. Con poco que hurguemos en nosotros mismos podremos ponernos en la misma situación del protagonista de esta novela.
Se muestra asímismo la belleza de una tierra llena de contrastes, hermosa, que invita a la reflexión y al descanso. De tradiciones milenarias, este paraíso en la tierra es retratado con destreza por el autor y nos contamina con el gusanillo del deseo de conocer esas tierras, sus playas su quietud de siglos y su gente amable, sonriente, con una perspectiva de la vida tan distinta a la nuestra pero tan cercana en sus necesidades básicas en tanto que hombres y mujeres.
Una de las grandes enseñanzas de esta novela es la no dependencia de los demás sobre todo de aquellos que más parecen influirnos. La búsqueda de los sueños y de la propia felicidad está ligada a la independencia de criterio, a la búsqueda de la propia identidad desligada de la tiranía de la opinión de los demás. Aquí está la clave de esta búsqueda.